EL ODIO
Como dije antes, no era la primera vez que Verónica volvía loco a un hombre. Lucía lo sabia.
Pero ¿Y quien era Lucía? ¿Que pensaba Lucía? ¿Que decía Lucía? ¿Cómo era Lucia?... haber, Lucía Alcázar, mujer, uno con cincuenta y algo de altura, cabello negro, ojos marrones oblicuos de tamaño considerable en relación al resto de la composición de su rostro; nariz de dorso rectilineo, ángulo nasofrontal pronunciado, y ángulo nasolabial recto; labios carnosos, cuello robusto, pecho noventa copa D, vientre poco ejercitado, caderas anchas, piernas cortas, rodillas un poco giradas hacia el interior, y en general una contextura rolliza ¿Que si estaba buena? No lo sé ¿Confía usted siempre en la opinión de la gente que no conoce?
Nacida en la ciudad capital del reino, es decir Madrid, a corta edad fue llevada a vivir a los más puro y excelso de la alpujarra granadina, más específicamente al pueblo de Nieles, donde creció. A los ocho años fue llevada a un internado de hermanas dominicas donde por vez primera sintió que su vocación estaba junto a Dios, sin embargo esa idea fue dilapidada a la edad de 13 años bajo circunstancias que me dispongo a narrar: El cuatro de agosto de mil novecientos ochentaiocho fue un día especialmente cálido en el pueblo de Nieles, condición que obligó a la joven Lucía Alcázar a salir de su hogar en búsqueda de un refresco; camino al bar de Paco, hombre generoso que administraba un lugar de venta de bebidas y productos alimenticios varios, fue abordada por un par de muchachas de edad similar, quienes la invitaron a jugar en casa de un “señor” que permitía a los infantes del pueblo el uso de su propiedad para realizar actividades lúdicas, a la vez que ofrecía víveres para que sus jóvenes invitados gozaran de todas las comodidades y no dudaran de la característica hospitalidad andaluza. La pequeña Lucía, a quien las hermanas dominicas le habían fomentado el hábito del ahorro, encontró en esta propuesta una excelente oportunidad para poner en práctica las sabias enseñanzas de aquellas virtuosas mujeres. Una vez en el sitio, Lucía Alcázar, de mente aguda, observó que todos los invitados eran de sexo femenino, cosa que no le gusto mucho ya que por aquellas épocas empezaba a sentir una extraña atracción hacia los hombres, o bueno, los niños. A pesar de esto, optó por desestimar la idea de irse de allí y se integró a las actividades de las otras infantes. Eran en total cinco niñas que corrían para arriba y para abajo exaltadas y riendo sin parar, empero aquella deliciosa atmósfera se vio rota tras el abrupto grito de una de ellas; alarmadas, el resto de muchachas corrieron a socorrer a su amiga, la cual yacía perpleja ante la grotesca imagen del dueño de casa en pleno acto de masturbación. Las niñas escandalizadas decidieron huir de aquel sitio, y todas y cada una antes de tomar camino a sus respectivos hogares juraron guardar tal afrenta en secreto y jamas contarle a nadie lo sucedido. Y así fue, con la excepción de que nuestra joven Lucía Alcázar, quien por motivos irracionales decidió volver a aquel sitio al día siguiente de tales hechos. El “señor” la recibió con alegría, y no transcurrió mucho tiempo antes que la llevara al sofá para manosearle sus ya voluminosos senos y decirle una que otra guarrada al oído. Lucía accedió a todos sus deseos excepto al de penetración vaginal, así juntos, practicaron masturbación mutua y luego una chaqueta o paja rusa, para finalizar en una felación que llevo al “señor” a eyacular sobre las manos de Lucía, quien al sentir el olor clorado del semen recordó que antes quería ser novicia. Una sonrisa se extendió en su rostro en aquel momento.
¿Que significo esa sonrisa? Pues no lo sé ¿Lucía se arrepintió luego? Pues claro, pero no siempre, todo dependía del estado de ánimo, aveces sentía que se había hecho puta desde chiquita, y en otras ocasiones se sentía orgullosa de su decisión; o es que ustedes siempre se han sentido orgullosos de lo que son, me van a decir que su cabeza es un dechado de virtudes y que nunca se han arrepentido de ninguna de sus acciones. Obvio que no, la gente piensa y analiza lo que ocurre, siempre esta reformulando su historia para poder sobrevivir. Eso era lo que le ocurría a Lucía y eso era precisamente en lo que pensaba cuando iban en el bus de vuelta a Granada; mientras Verónica lloraba en sus rodillas y ella acariciaba su cabello rubio con un cariño enorme, escuchando a Verónica balbucear: “perdón, perdón”. Ella se sentía convertida en casi una madre, y le quería explicar que la comprendía, que ella también había experimentado el momento en el que la vida dejaba de trazar aquel círculo perfecto, aquella bella trayectoria que al final se encontraría con su inicio para renacer, para resucitar como dice el credo. Pero ¿Y que si la vida no era un círculo perfecto? la tierra por ejemplo es un esferoide achatado en los polos, y sigue una trayectoria elíptica, forma geométrica que dista mucho de aquella sucesión de puntos en un plano que equidistan de otro llamado centro, el círculo solo existe en la mente de los hombres, que de cuando en vez lo representan a través de herramientas que manejan márgenes de error que terminan comprobando su inexorable humanidad; eso es lo mismo que le ocurre a los hombres de Dios, esos que se han elegido entre ellos mismos, esos que se sienten con la autoridad de perdonar los pecados, y que hablan de moral, santidad y normas que son como aquel círculo perfecto que nos es totalmente imposible realizar, ellos tampoco lo logran, y son tan pecadores como todos nosotros. Lucia, luego de meditar acerca de todo esto no le explicó nada a Verónica, pues pensó que quizás no podría llegar a hacerse entender. En cambio, comenzó a dilucidar un texto que narrara todo lo ocurrido.
Poco después del viaje, inició con agilidad la escritura de aquel texto, pero a medida que avanzaba se iba sintiendo incapaz de imaginar un buen final ¿Encontraría la felicidad? O en cambio ¿Hallaría un macho que la subyugara a la voluntad de su pene, haciendo de ella una ama de casa ejemplar que pagara todos sus pecados? Esas dudas vararon su escrito que termino en la segunda gaveta de su mesa de noche, y allí permaneció un par de años durante los cuales en escasas ocasiones ella solía leerlo, corregir tildes, y volver a guardar. De vez en cuando pensaba que necesitaba reescribirlo para que la historia fluyera de la manera más fácil posible, buscando un extraño ritmo que permitiera a los ojos saltar de una palabra a otra sin ejercer el mayor esfuerzo. Ya después, llego al punto de creer que jamas encontraría el desenlace, y peor aún, empezó a dudar del valor en sí de la historia. Además ¿Como le iba a contar a su amiga lo que había hecho? ¿Como se iba a atrever a publicar semejantes cosas? de seguro jamás estaría de acuerdo en hacer publica aquella experiencia, Lucia sabía que si ella compartía sus escritos Verónica le quitara el cariño, y eso sería insoportable, pues Lucía amaba realmente a Verónica.
En aquel entonces, ella era una especie de Robin y Verónica una especie de Batichica, pero no una Batichica normal, era una batichica con traje de Batman, es decir, como una especie de Batman transexual, que en las noches se disfraza de hombre y encima de ese disfraz de hombre se pone otro de murciélago, para así salir por la calle como si nadie la viera, aunque todo mundo la ve, obviamente; haber, no hay que ser ingenuos, si alguien sale disfrazado a la calle de murciélago cuenta con suerte si no llaman a los loqueros para que se lo lleven a un psiquiátrico ¿Quien podría estar junto a alguien así?, pues Lucía, quien como dije antes, amaba a Verónica. Todo ese amor desaparecería en un plisplás
Como así? Querido lector, soy consciente de que he omitido detalles, pero ocurre que estos carecen de importancia si no entendemos el contexto emocional de Lucía, me aburre en demasía escribir apartes que expliquen detalles de su abstinencia sexual, lo incomodas que eran sus gafas y lo mucho que irritaban sus ojos los lentes de contacto. Pese a esto, les contaré que a menudo se aventuraba a caminar por las calles sin nada en sus ojos, recorriendo sitios y lugares apenas diferenciando formas, sintiendo una gran delicia al entregarse a los sonidos y olores para reconocer todo lo que la rodeaba sin necesidad de imágenes. En ocasiones entraba a perfumerías abriéndose paso entre muchos olores hasta llegar a su destino final. Así, cruzaba por entre el andrógino Calvin Klein, giraba frente al metro-sexual Hugo Boss, retrocedía cinco pasos al toparse con el frío Diesel, y finalmente se detenía allí, frente a la fragancia del sofisticado Live Jazz de Ives Saint Laurent, para inhalar su olor de manera intensa e imaginar aquella fragancia mezclarse con un torso varonil. La excitación producida por aquella mezcla de impulsos entre su pituitaria e hipotálamo la llevaba de nuevo a casa para masturbarse embriagada de aquellos lujuriosos pensamientos que afloraban en su imaginación.
Es así como una noche, ya viviendo en Madrid, salió de marcha con unas amigas, primero fueron a cenar cerca de plaza mayor, y luego se fueron por ópera ha buscar chupitos gratis; allí entraron a uno de esos lugares y estando allá, pues cubata por aquí, pues cubata por allá, que camina, que camina, que entremos acá, que tome chupito, salga, suba para arriba, baje para abajo, que me duelen los pies, que quítate los tacones, que no coño, que me aguanto un poco más, que más chupitos gratis, que acá ponen salsa, que entremos, que yo no sé bailar eso, que hay un chico sudamericano mirándote, que viene para acá, que si quieres bailar, que no que no sé, que que bien huele, que si será que es mi imaginación, que ay! que bueno que si bailo...”
Esa noche Lucía Alcázar conoció a John Ramirez, colombiano, metro con noventa, setenta y nueve kilos de peso, cabello ondulado, piel cobriza, ojos cafés, sonrisa amplia, ¿Música favorita? Ninguna en especial, intenta disfrutar de la buena música entonces ¿Motivo del viaje? Estudios con esperanza de nacionalidad -es sincero- ¿Fecha de entrada al país? Quince de octubre de dos mil nueve ¿Lugar de residencia? Ronda de Atocha número doce, principal primera ¿Número de personas con las que habita? Cinco ¿Parentesco? Ninguno. Por favor, nárrenos los eventos sucedidos esa noche. Bueno, salí de mi habitación aproximadamente a las 7 de la noche, destino Oso y Madroño en la Puerta del Sol, con la única motivación de embriagarme y ligarme a cualquiera para darle un poco de alegría a estas noches invernales; para incrementar la probabilidad de éxito, decidí con anterioridad entrar a un centro comercial, pasar por la perfumería, y abusar del primer tester que encontrara (acá dejan los tester al alcance de inescrupolosos como yo, eso no lo hacen en Colombia) ¿Tester Utilizado? Live Jazz de Ives Saint Laurent, cajita blanca, letras negras.
He aquí el inicio de un intenso amor. Al día siguiente quedaron de ir a cine, a la semana se veían todos los días, y quince días después ya vivían juntos; ella lo despertaba, él preparaba el desayuno, ella le recordaba los deberes, él le ayudaba a comprender las situaciones, ella lo buscaba a la salida de la escuela, él la tomaba de la mano, caminaban juntos, comían juntos, cenaban juntos, reían juntos, fornicaban juntos, etc. Es importante anotar que Lucía al cabo de unos días de salir con este chico, se dio cuenta que no usaba la susodicha fragancia que la enamoró, así que decidió regalársela con la única condición de que se bañara en ella (bueno, bañarse no, era muy cara, pero si perfumarse lo suficiente para que se pusiera cachonda al estar cerca). Y todo esto porque estaba enamorada, así de simple,en cinco sílabas nada más, e-na-mo-ra-da.
Esta amor nacio en invierno, florecio en primavera, y un día de verano llegó Verónica así sin mas ni mas a decirle a Lucia que se andaba follando a su novio ¿Como? Haber, primero las ondas sonoras entran por el oído golpeando el tímpano de Lucia que a su vez movieron unos pequeños huesesillos que generan vibraciones en el conocido órgano de Corti, que es una diminuta estructura acaracolada que en su interior posee unos pelos llamados células ciliadas cocleares, las cuales al moverse traducen las ondas mecánicas en señales electroquímicas que se dirigen a través de un nervio, al neocortex en el cerebro; este neocortex esta compuesto por muchas capas de gran importancia, pues cuando la información electroquímica llega a las capaz basales, el cerebro apenas procesa las características básicas de la voz del interlocutor (altura, intensidad y timbre), pero a medida que sube la señal las capaz superiores, van procesando aspectos cada más abstractos de la información, que al llegar a la capa más alta le permiten a Lucía comprender que Verónica es una zorra, hija de la catre doble gran putísima madre, que la ha traicionado. Este proceso tardó en tiempo real cerca de 0,8 segundos. ¿Será perra? Pensó Lucía, quien sintió deseos de que John se suicidara como el mocoso francés ¿Que pensó de Verónica? A Verónica pensó en matarla directamente, ¿Pero como, si ella no era una asesina? En efecto, no es una asesina, así que luego de controlar su catarsis e histeria, decidió matarla en su historia, al fin había encontrado un final, mataría a Verónica desde la ficción:
Verónica Prados cocía corazones sin remedio cada fin de semana, alma caritativa que jamas conoció el amor. Y ella, en lugar de buscar un rincón para morir de soledad o fulminar su vida con una sobredosis de paracetamol, caminó y caminó hasta que encontró a John Ramirez, infame criatura que jamás pudo separar el odio del amor; y él, a la que vez que la amaba sentía que la odiaba, y cuanto más la odiaba más creía saber discernir el amor...y luchó y luchó cada día en busca de cordura, pero una noche la ira lo desbordo. Sino sombrío sin un solo grito, niño perdido, llanto olvidado ¿Quien te amamantará en las noches sin luna? ya no abra más besos, ya no abra más abrazos. La tez pálida, el corazón ennegrecido, y del dulce canto ya ni un respiro.
La tinta sobre la hoja fue lo único que hizo correr el odio de Lucia.