Tu mettrais l'univers entier dans ta ruelle,
Femme impure ! L'ennui rend ton âme cruelle.
(Charles Baudelaire, Les fleurs du mal)
Fue su primer amor, su mamá no lo sabía porque él era mayor de edad y ella tan solo era una niña, le aseguraba que la amaba y cada vez que ella entraba a su cuarto él se lo demostraba con caricias que aunque no llegó a describir si las entendí. Ella quería casarse joven y tener tres hijos, era su ilusión, pero esta se marchito como las flores que le regalaba; sin embargo, cada tanto volvía con sus promesas y la llevaba de nuevo a la cama para hacerle el amor, y todo esto aunque la destrozó, no le importaba, pues luego de abrir sus piernas las cerraba queriendo arrancar aquello que le mentía, para así capturarlo, y ahí por dentro ser feliz para siempre.
Y todo eso me lo contó a mí que estoy tan enamorado de ella, ahora perdí la causa y quiero recordar los días antiguos cuando sentía que era el último, y a la vez el primero, en ese entonces mis ojos iluminaban horizonte y mi espíritu era de igual tamaño a ese orgullo que traicioné cuando ella llegó. Y me pregunta porque escribo: “y creciste con esa cara mancha en el sexo, amor, y cada vez que te deseo siento un agudo dolor en el arco intestinal”. Es simple muñeca, me das asco.
Me repite que me ama pero no le creo, guarda algo pérfido y no descansaré hasta encontrarlo. Y ya sé que el armario, y la mesita de noche esta vacía, pero no se nada de su corazón. Limo estas uñas para arrancarlo una noche no muy lejana, entonces el vino llamará el sueño y la coca le apaciguará el dolor. Primero hurgaré en su piel, después abriré las costillas y luego con los dedos haré a un lado el pulmón, beberé su sangre y la vomitaré en su boca y si es necesario la desollaré para ver entre sus vísceras, pero no me mentiras perrita lujuriosa.
Lucia Prado cocía corazones sin remedio cada fin de semana, alma caritativa que jamás pudo encontrar el amor, pero en lugar de buscar un rincón para morir en la soledad o fulminar su vida con una sobredosis de paracetamol me encontró a mí, Lorenzo Ramos, inocente criatura que descubrió el amor y a la vez el odio. Algunos lo llaman celos, ¿pero que son los celos? ¿El amor llevado hasta sus últimas consecuencias? Amor y odio, odio y amor, te amo tanto que detesto, te detesto tanto que te amo.
Y yo te amaba hasta que me contaste aquella historia, entonces empecé a caminar hacia mi casa por la penumbra, y la descubrí a ella – ¿Qué haces oculta en la espesura? Ya el aire ha delatado tu olor y tu enojo ha inoculado por fin el veneno “Sino sombrío sin un solo grito, niño perdido llanto olvidado, ¿quien te amamantara en las noches sin luna?, sin un solo beso sin un solo abrazo, tu tez pálida, tu corazón ennegrecido, y del dulce canto ya ni un suspiro…”. Y me enamoré de la muerte.
Femme impure ! L'ennui rend ton âme cruelle.
(Charles Baudelaire, Les fleurs du mal)
Fue su primer amor, su mamá no lo sabía porque él era mayor de edad y ella tan solo era una niña, le aseguraba que la amaba y cada vez que ella entraba a su cuarto él se lo demostraba con caricias que aunque no llegó a describir si las entendí. Ella quería casarse joven y tener tres hijos, era su ilusión, pero esta se marchito como las flores que le regalaba; sin embargo, cada tanto volvía con sus promesas y la llevaba de nuevo a la cama para hacerle el amor, y todo esto aunque la destrozó, no le importaba, pues luego de abrir sus piernas las cerraba queriendo arrancar aquello que le mentía, para así capturarlo, y ahí por dentro ser feliz para siempre.
Y todo eso me lo contó a mí que estoy tan enamorado de ella, ahora perdí la causa y quiero recordar los días antiguos cuando sentía que era el último, y a la vez el primero, en ese entonces mis ojos iluminaban horizonte y mi espíritu era de igual tamaño a ese orgullo que traicioné cuando ella llegó. Y me pregunta porque escribo: “y creciste con esa cara mancha en el sexo, amor, y cada vez que te deseo siento un agudo dolor en el arco intestinal”. Es simple muñeca, me das asco.
Me repite que me ama pero no le creo, guarda algo pérfido y no descansaré hasta encontrarlo. Y ya sé que el armario, y la mesita de noche esta vacía, pero no se nada de su corazón. Limo estas uñas para arrancarlo una noche no muy lejana, entonces el vino llamará el sueño y la coca le apaciguará el dolor. Primero hurgaré en su piel, después abriré las costillas y luego con los dedos haré a un lado el pulmón, beberé su sangre y la vomitaré en su boca y si es necesario la desollaré para ver entre sus vísceras, pero no me mentiras perrita lujuriosa.
Lucia Prado cocía corazones sin remedio cada fin de semana, alma caritativa que jamás pudo encontrar el amor, pero en lugar de buscar un rincón para morir en la soledad o fulminar su vida con una sobredosis de paracetamol me encontró a mí, Lorenzo Ramos, inocente criatura que descubrió el amor y a la vez el odio. Algunos lo llaman celos, ¿pero que son los celos? ¿El amor llevado hasta sus últimas consecuencias? Amor y odio, odio y amor, te amo tanto que detesto, te detesto tanto que te amo.
Y yo te amaba hasta que me contaste aquella historia, entonces empecé a caminar hacia mi casa por la penumbra, y la descubrí a ella – ¿Qué haces oculta en la espesura? Ya el aire ha delatado tu olor y tu enojo ha inoculado por fin el veneno “Sino sombrío sin un solo grito, niño perdido llanto olvidado, ¿quien te amamantara en las noches sin luna?, sin un solo beso sin un solo abrazo, tu tez pálida, tu corazón ennegrecido, y del dulce canto ya ni un suspiro…”. Y me enamoré de la muerte.