Para que un sistema de tamaño finito subsista en el tiempo, debe evolucionar y, por ende, facilitar de forma progresiva, el paso de corrientes que fluyen a través de él.
Un flujo corresponde a un equilibrio de áreas con resistencias grandes y pequeñas. Se logra mediante una distribución óptima de imperfecciones, de forma que le mayor número posible de puntos del área se someta a un esfuerzo tan igualado como se pueda. Para obtener ese equilibrio óptimo de las resistencias, el material debe adoptar ciertas distribuciones. Así, la cuenca de un río se configura y se reconfigura de modo de que el agua acabe por descargarse con la mínima resistencia por la desembocadura.
Adria Bejan y James Marden. Investigación y ciencia, octubre 2006. Teoría Construccional